Para las postales del recuerdo quedaron la tranquila calle de su natal barrio de Brotas, en el centro de Salvador de Bahía, los juegos con sus cuatro hermanos, los bares donde comenzó a cantar a los 15 años, la osadía de subir a un trío eléctrico del carnaval cuando sólo se aceptaban hombres, la universidad y aquel primer disco de 1989 junto al grupo pop Companhia Clic. En 1992, el álbum y la canción "O canto da cidade" la convirtió en una estrella. El disco vendió tres millones de ejemplares, ocho menos que los once de su haber. Y si bien es conocida como la "Reina del axé", por su romance con el samba, por canciones como "Ile perola negra" y "Sol da liberdade", y como propulsora de la popularidad del samba-reggae, en una docena de trabajos discográficos flirteó con cuanto género se cruzó en su camino. Música rock, pop, afro, electrónica, rap, funk, lounge, house, drum’n bass, dub, frevo y maracatú son apenas algunas de las influencias con las que se transformó en antropófaga y en una artista que ha dejado de ser brasileña.
Hoy Daniela Mercury pertenece a un mundo globalizado que le ha permitido reinventarse una y mil veces. "Soy una mujer de alma abierta" dice sobre las formas de apropiarse de las culturas, ciñiéndose a la herencia de los modernistas brasileños que en los años 20 escribieron el manifiesto nacionalista con el canibalismo cultural como norte. Aquel que asocia el consumo capitalista a los antiguos ritos de antropofagia, y de donde proviene —como "un manifiesto del afecto", aclara Mercury—, "Canibalia", que incluye el show con el que la artista arribará el jueves, desde las 21.30, al salón Metropolitano (shopping Alto Rosario). El proyecto es más abarcador y contempla, además del espectáculo mencionado, dos discos, un DVD, dos documentales y una muestra de arte con instalación musical.
Hoy Daniela Mercury pertenece a un mundo globalizado que le ha permitido reinventarse una y mil veces. "Soy una mujer de alma abierta" dice sobre las formas de apropiarse de las culturas, ciñiéndose a la herencia de los modernistas brasileños que en los años 20 escribieron el manifiesto nacionalista con el canibalismo cultural como norte. Aquel que asocia el consumo capitalista a los antiguos ritos de antropofagia, y de donde proviene —como "un manifiesto del afecto", aclara Mercury—, "Canibalia", que incluye el show con el que la artista arribará el jueves, desde las 21.30, al salón Metropolitano (shopping Alto Rosario). El proyecto es más abarcador y contempla, además del espectáculo mencionado, dos discos, un DVD, dos documentales y una muestra de arte con instalación musical.
—Para quienes no conocen la historia del arte brasileño, ¿qué significa "Canibalia"?
—La canibalia supone una forma de apropiarse de la cultura. Es un manifiesto del modernismo brasileño y tiene un centro muy importante en Bahía. Allí hubo en los años 70 una corriente, la Tropicalia, que se adueñó de esa idea y en esa dirección vamos. Se habla de la cultura como alimento de las personas y de las formas en que comemos esa cultura. En ese sentido, soy una antropófaga, me quiero comer el mundo, en todos sus matices.
—La canibalia supone una forma de apropiarse de la cultura. Es un manifiesto del modernismo brasileño y tiene un centro muy importante en Bahía. Allí hubo en los años 70 una corriente, la Tropicalia, que se adueñó de esa idea y en esa dirección vamos. Se habla de la cultura como alimento de las personas y de las formas en que comemos esa cultura. En ese sentido, soy una antropófaga, me quiero comer el mundo, en todos sus matices.
—¿Por qué y con qué objetivo retomás ese manifiesto?
—Mi intención es que este trabajo se constituya en una provocación de la sensibilidad. Quiero que a través de la música pueda ayudar a abrir los sentidos de quien está escuchando. Es como la experiencia de quien prueba un nuevo alimento por primera vez.
A Mercury le gusta pensar sus respuestas y las expresa amablemente a veces en portugués, otras en español y hasta se le escapan algunas palabras en italiano. Paseó por varias ciudades de esa península durante los primeros días de mayo pasado en plan de luna de miel luego de casarse en Roma, secreto de por medio, con el empresario italiano Marco Scabia en una íntima ceremonia.
Refiere a "Canibalia" como "un viaje personal" con la perspectiva de sus 20 años de carrera y explica que lo más interesante de esa búsqueda de musicalidades es que "le da al público la posibilidad de apropiarse de este trabajo de maneras muy diferentes". Y sintetiza repitiendo una idea: "Es como una continua reinvención de la música a la que se incorporan cosas de los lugares donde voy. En ese punto, «Canibalia» es un disco nuevo".
—De entre todos los géneros que has transitado, ¿hay alguno por el que tengas preferencia?
—Me interesan todas las músicas, no tengo preferencias y prefiero mezclarlas. No creo que el mundo pueda ceñirse a una música, o a una forma de expresar la música, me interesan todas. Soy una mujer de alma abierta.
—¿Creés que el ejemplo brasileño te ayudó a reconocer la pluralidad de expresiones musicales en todo el mundo?
—La diversidad de la música brasileña es fantástica, y en todo el mundo hemos encontrado una parte de nuestras músicas. Hoy el mundo es un mundo real y no hay más una música brasileña, es un compendio de músicas donde continuamente están integrándose. Ya no hay más una música de tal lugar. Creo que hoy lo importante es dialogar, intentar diálogos, hay que crear puentes entre las culturas. Para que todos puedan tener al alcance un pedazo de mundo, donde el arte sea para todos.
Y como muestra de ese diálogo cultural nada mejor que "Canibalia". Allí Mercury canta "Preta" junto a la guitarra del carioca Seu Jorge e interpreta "Oyá por nós", una oda al sincretismo bahiano, al lado de su coterránea Margareth Menezes. Pero también hay un rap con influencias del hip hop.
Personajes de la más alta tradición y estima para los brasileños como Carmen Miranda y Dorival Caymmi forman parte del diálogo gracias a "Tico tico no fubá", "O que é que a baiana tem" —una combinación de swing y samba con la participación de Pequena Notável— y "Saudade da Bahia". De esa relación surge casi naturalmente el denominado "manifesto de afectos".
Además, Mercury homenajea al cine con "Trio em transe", combina axé y música clásica, y se une a la guitarra de su hijo, Gabriel, en el tema "Sol do sul", un reggae que habla del ser latino. Por otra parte, para las presentaciones de "Canibalia" también sumó a su hija Giovanna en el rol de bailarina.
—Hace poco pasaron por Rosario Egberto Gismonti y Ricardo Montaner tocando junto a sus hijos y en "Canibalia" acontecerá lo mismo. ¿Qué significa esto de actuar junto a los hijos?
—En este momento ellos son artistas profesionales y siguen trabajando en esa dirección. Gabriel es extremadamente disciplinado, toca guitarra, guitarra acústica y cavaquinho. Compone y canta. Y además, tiene algunos trabajos muy interesantes y ha publicado un disco de bossa nova.
—¿Y Giovanna?
—Además de ser mi hija, ella baila, es una compañera, una confidente y le confiamos las coreografías del espectáculo. Me ayudan mucho porque hay una relación muy cercana Es muy bueno que se profesionalicen arriba del escenario. Es para mí es una alegría, un orgullo. Es algo realmente maravilloso e interesante ver cómo se desenvuelven sobre el escenario.
—Queda todo en familia...
—Así como puedo trabajar con mi familia, miro al mundo como una gran familia con la que disfruto mucho. Me da mucha alegría y energía.
Las giras y el debut en Rosario
El anterior trabajo de Daniela Mercury, "Balè Mulato ao vivo" (versión sobre los escenarios del original de 2005), no sólo le valió un premio Grammy latino en 2007 sino que le llevó tres años de su carrera presentarlo en diferentes giras nacionales e internacionales. El tour de "Canibalia" arrancó por San Pablo, Río y Portugal y ahora llega a Argentina. "Estoy muy interesada en conocer Rosario, me han hablado mucho de ustedes", dijo la artista. Y esto recién empieza.
Fuente: La Capital
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