sábado, 19 de septiembre de 2009

Una brasileña incansable

Miércoles 16 de setiembre de 2009


Por: Mauro Apicella

Recital de la cantante Daniel Mercury . Presentación del espectáculo Canibalia. El viernes 11, en el estadio Luna Park.
Nuestra opinión: buena

Es de mal gusto decir la edad de una mujer (a menos que se trate de una niña o de una adolescente). Daniela Mercury pasó los 20 hace un buen tiempo, aunque no es exagerado decir que es una veinteañera, por espíritu y por vitalidad. Porque es capaz de ofrecer dos horas y media de recital casi sin parar de cantar y de bailar. Y, a pesar de tanto movimiento, no se la escucha agitada. No da tregua en todo el recital. Se la ve en estado constante de carnaval.

Tal vez, así, se podría definir el espectáculo Caniba lia, que ofreció el último viernes en Buenos Aires y antes en otras ciudades de la Argentina. Pese a que hubo algunos muy leves matices, dejó la sensación de que el estado de carnaval era constante. Y eso fue lo que se impuso en una exposición que tuvo mucha extraversión y poca reflexión (aunque estuviera sugerida). En algunos tramos del recital, hubo ideas o conceptos para desarrollar (la mixtura cultural, la antropofagia como actitud artística, o el homenaje a figuras, como Carmen Miranda), pero quedaron a medio camino o quizá sólo como una pincelada de color dentro de la espectacularidad de su producción. La canciones de un comienzo festivo al extremo -el final también lo fue- tuvieron algunas pausas. Sin embargo, esos leves cambios de clima, a veces, parecieron forzados. Algunos ejemplos: pasar de bloques musicales compactos y vigorosos a temas con densidad y altura poética, como "O qué será", o cambios al castellano, como cuando invitó al escenario a un músico argentino (al Luna Park fue Sandra Mihanovich, con quien entonó el canto americanista "Canción con todos") o cuando echó mano al repertorio de Fito Páez y de allí sacó "Mariposa tecknicolor".

La producción musical de Mercury no es sólo carnaval o aparente superficialidad. La cantante también es autora y tiene lo suyo para decir en temas que trajo a este recital: la canción "Quero a felicidade", que escribió en una visita a Angola, o "Sol do sul", en la que celebra el orgullo de ser latinoamericana. O cuando lanzó su declamación en "Trío en transe", a modo de galería de los álter ego.

En cuanto a la actitud festiva, la cantante se mostró imbatible, como aquella bahiana que se hizo famosa con "O canto da cidade" a principios de los noventa. En esta visita, Mercury trajo a dos de sus hijos en su elenco y el recuerdo de uno de sus colaboradores cercanos (Ramiro Musotto, percusionista argentino de nacimiento y bahiano por adopción que falleció días atrás). También trajo dos docenas de canciones en su espectáculo, incluidos varios títulos que fueron grandes éxitos ("O mais belo dos belos", "O reggae é o mar", "Rapunzel", "Swing da Cor" y "O canto da cidade"). Mercury hasta se dio el gusto de cantar un hit de Xuxa cuando hizo subir al escenario a una niña para bailar con ella. Además, tuvo un septeto de músicos y un cuerpo de baile que combinó coreografías concebidas al detalle con la gestualidad informal de los movimientos del baile de carnaval y de rituales religiosos.

Dispuso tres cambios de vestuario en el guión para ir delimitando un bloque y el siguiente. Lo que nunca cambió fue esa energía poderosa y constante, que transmitió al público de principio a fin. En el Luna Park, en una de las pocas pausas entre una canción y la siguiente, dijo que los europeos eran más bien existencialistas: "Y nosotros más sambistas". Lo demostró con cada canción.

Fuente: La Nación (Argentina). Foto: Galería Portal Daniela Mercury (Flickr)


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